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¿Quién ganará la “Guerra de Historias”?

 

El 2017 está en vías de ser el año de la consolidación de la “internet efímera”.

El concepto de “internet efímera” tiene su mejor representación en “Snapchat”, aplicación que irrumpió en el mercado de apps desde 2011 dándole respuesta a la necesidad de toda una generación de poder expresarse espontáneamente sin tener que preocuparse de que sus acciones quedaran registradas para siempre en la red con el potencial riesgo de ser utilizadas para su ridiculización, exposición o chantaje.

La internet efímera se refiere a todos los recursos en línea que tienen como característica central la caducidad de su registro: fotos, videos, audios o escritos que desaparecen luego de un tiempo sin posibilidad de ser recuperados ni comunicados de otra manera más allá de la narración y la memoria. La internet efimera no es googleable. Es la vuelta a la memoria.

La necesidad humana de unir expresión espontánea y efimeridad no había sido explotada hasta que Snapchat irrumpió en el mercado, y la respuesta fue tan positiva, que los intentos de controlar la idea se convirtieron en parte de la historia de Silicon Valley: Facebook inventó “Poke” (que pasó sin pena ni gloria) y ahora a través de dos de sus compañías (Whatsapp e Instagram) también ha desarrollado sistemas de “historias” que cuentan con capacidad para que las personas puedan compartir de manera efímera todo lo que registran.

El problema con el concepto de lo efímero es que la viabilidad económica del modelo es tan volatil como la existencia de las fotos que se toman: si bien la internet efímera llena una necesidad humana de poder ser espontáneos sin temor a que nuestra espontaneidad sea usada en contra nuestra, para la aplicación que base su modelo de negocios en lo efímero hay una espada de Damocles pendiendo sobre su posibilidad de ser rentable, y que también tiene que ver con la naturaleza humana: si algo no deja un legado, es fácil de abandonar.

Piense por un momento en este ejemplo: imagine que aparece una red social mucho más rápida, divertida y funcional que Facebook, pero que si usted decide cambiar de red, perderá el contacto con sus amigos, sus miles de fotos, todo el acceso a sus status, etc. ¿Se cambiaría? Lo más probable es que no, porque usted temería que el beneficio de una red más funcional no valiera la pena con respecto a perder el acceso a todo el legado y los años de “cultivar” una presencia en Facebook.

Por el contrario, si una aplicación tiene como elemento central lo efímero, no hay mucho que perder si uno se cambia a otra aplicación que ofrezca lo mismo y sea mejor. Es por este riesgo que desde hace meses Snapchat -ahora bajo el nombre de “Snap”- ha intentando diversificarse y venderse como una empresa de fotografía y ha ido creando nuevas modalidades como la creación de “Recuerdos” es decir, todo lo contrario a la efimeridad que le dio fama.

Toda empresa de tecnología que busque ser redituable a través de la internet efímera estará tratando de ganar una batalla casi imposible: requerirá de una inmensa capacidad de innovación (cosas como los “filtros” han mantenido a Snapchat a la cabeza, pero rápidamente son copiadas por otras aplicaciones) que puede mantenerse durante un tiempo, pero no será nada fácil de sostener.

El usuario exige efimeridad, pero no dará a cambio lealtad. Ese es el gran peligro de empresas como Snapchat.

En el futuro, lo efímero será una funcionalidad obligatoria de ofrecer, pero ninguna empresa la tendrá como centro de su modelo de negocios. Tan humana como es la necesidad de poder expresarse sin temor a represalias, es la tendencia a olvidar a quienes nos ayudan a hacerlo por primera vez.

 

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