24 de marzo de 1976: la fuerza de las balas irrumpe en la política argentina con la excusa de “imponer el orden”. El resultado son miles de personas muertas, retraso y dictadura.
24 de marzo de 1980: la fuerza de las balas irrumpe en una pequeña capilla de hospital en El Salvador para asesinar a Arnulfo Romero. El resultado es desesperanza, desasosiego y dictadura.
La fuerza (uniformada o no) siempre ha tenido como fin eliminar la libertad de cada persona de decir lo que quiera, de amar a quien quiera, de hacer lo que quiera.
Lo que siempre ha prometido, es revivir el orden.
Lo que siempre ha cumplido, es asesinar la libertad.
Si vas a olvidar a los caídos, al menos no olvides eso.