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Tribus, lluvias y verdades

LA TRIBU

En el marco de la feria del libro de Buenos Aires, a finales de abril tuve la oportunidad de ver a Vargas Llosa presentar su nuevo libro: “La llamada de la tribu”. El libro es un viaje personal por las lecturas que el autor considera que fueron básicas para pasar de ser un seguidor de la “Revolución Cubana” en su juventud, al ferviente liberal que es ahora. En 312 páginas, se ocupa de subrayar la premisa de que todos los seres humanos tendemos a ser hipnotizados por el deseo de volver a un tiempo (que en realidad nunca existió) en que todos nos conocíamos y nos teníamos confianza. Y plantea que ese deseo de volver a vivir en tribus, es la causa de todas nuestras desgracias. La conferencia era en un espacio de la feria que se suponía lleno de cultura y “buenas formas”, pero una lluvia torrencial y la falta de organización, convirtieron la entrada a la sala en un desorden que perfectamente pudo haber terminado en tragedia. Eso, en el momento (y mientras entraba a empujones a una conferencia literaria como si se tratara de un concierto de rock) me pareció un dato meramente anecdótico.

No tenía ni idea de que estaba, en ese día de abril, ante la metáfora perfecta de lo que sería mayo.

EL MAYO NEGRO

Que las crisis no son las culpables de nuestras desgracias, sino la actitud que tomamos ante ellas, es una verdad que ya se ha vuelto “cliché de instagram”, frase de Coelho, alimento reiterativo de esos posts de pseudopsicología que aparentan querer buscar la sabiduría cuando lo único que quieren son “likes”, pero lo cierto es que, si las situaciones críticas fueran las culpables de las crisis sociales, ni Japón (lleno de terremotos) tuviera ciudades, ni Hawaii (actualmente atribulado por sus volcanes) tendría industria turística, ni Islandia (y su tierra de hielo) tendría vida. Así que es cierto que no son los “eventos externos” los que hacen débil a un organismo, sino la manera en que el organismo reacciona ante el golpe. Negar la realidad, despreciar las consecuencias que tendrá el ignorar la desgracia, y -sobre todo- mentir a otros miembros afectados por el evento, son actitudes que pueden comprarnos un poco de tiempo ante la crisis, pero al costo de que nos encontraremos con que la crisis no sólo es más grande después de negarla, sino que ahora -encima- perdimos la confianza de quienes nos rodeaban, porque no les dijimos qué tan grave era el problema. Luego de 2 años de lucha contra la tribu más dañina de las últimas décadas en latinoamérica (la del “socialismo del siglo 21”) la coalición gobernante en Argentina pensó que, dado que había arrasado en las últimas elecciones, podía convertirse ella misma en una nueva tribu.

Cometieron el pecado de todo el que se deja llevar por la euforia de la popularidad, ya sea en política, en el trabajo, o en la vida de pareja: creer que contar con el apoyo total de alguien, te da permiso para joderla.

En teoría, en la mentalidad de la tribu, el jefe tribal oculta información “por el bien” de los demás miembros: el hombre que engaña a la esposa y piensa que el daño a la pareja lo haría quien revelara el engaño, y no él; el dueño de empresa que no revela a los accionistas los números en rojo, “para no angustiarlos sin necesidad” y el peor personaje de todos: el político mediocre que cree que al electorado debe mentírsele porque “la gente no entiende de estas cosas”. Y he aquí la gran verdad que oculta el 99% de los políticos del mundo:

No importa si se hace llamar de izquierda, de derecha, o de centro, todo estado grande tiene la tendencia a pensar primero en la sobrevivencia de los suyos, antes que en el bienestar del país que administra. Y “los suyos” son todos aquellos de la tribu que se benefician de ese estado grande: los dependientes del dinero público, los políticos que no tienen otro ingreso que no sea la política, y las corporaciones que disfrutan de oligopolios regulados. Estos tres grupos, son lo que yo llamo “El círculo de intocables”.

Olvídese de “el pueblo”, olvídese de “los emprendedores”, olvídese de “los pobres” o de “la clase media”: así como Facebook tiene como norte hacer ganar dinero a sus accionistas, y a usted sólo lo necesita para que haga click, así también las  tribus políticas tienen como norte sostener a “los suyos”, y a usted solo lo necesitan para que vote. La única manera (no teórica, sino comprobada una y otra vez en las sociedades que han logrado avanzar y enriquecerse espiritual y económicamente) para que el estado no termine siendo enemigo de su propia población, es reducir el papel del estado.

Eso es lo que está esperando “el mercado” por parte del gobierno de Argentina, y es lo que el gobierno de Argentina no solo se ha negado a hacer, sino que ha mellado (como cuando el 28 de diciembre cometió el error de enviar el mensaje de que el Banco Central de la República Argentina estaba subordinado al jefe de gabinete Marcos Peña). De ahí surge la crisis actual. El mayo negro no es culpa de Trump. Es culpa, nuevamente, de nuestra mentalidad de tribu latinoamericana.

LAS VERDADES INCÓMODAS

Verdad 1: si usted le miente a la gente sobre una crisis, la crisis no desaparece, sólo desaparece la confianza que la gente le tenga a usted para resolverla.

Verdad 2: recuperar esa confianza dependerá estrictamente de la rapidez que usted tenga para asumir sus errores, y de la cantidad de “competencia” (gente capaz de sustituirlo) que tenga alrededor.

Corolario:

Si usted asume rápido su error, deja de culpar a otros, y alrededor de usted no hay nadie mejor para sustituirlo, usted puede salir rápido de esa crisis, puede sacudirse el polvo, e incluso salir fortalecido.

Por el contrario, si usted se niega a asumir su error, sigue culpando a otros, y la sociedad consigue a otro que le hable más claro, puede usted ir haciendo su equipaje.

No veo sustitutos de mayor arrastre en el electorado, así que los dos escenarios más probables que podemos armar con estos datos son:

Escenario 1:

El gobierno asume sus errores, y no hay mejores opciones para sustituirlo: la coalición gobernante en Argentina sale fortalecida, el 2018 se convierte en un año de crisis, pero la confianza se retoma este mismo mes tanto interna como externamente, y para finales del 2018, Argentina recibe al G-20 con madurez, con la épica de quien supo sortear de manera madura el “mayo negro del 2018”, y lista para consolidar a Cambiemos en el 2019 como gobierno. Es el escenario deseable para todos los que apostamos por Argentina.

Escenario 2:

El gobierno no asume sus errores, pero igual no hay mejores opciones para sustituirlo: la crisis se supera pero con mucho más costo (inflación, devaluación marcada que lleva el dólar a 29, quema innecesaria de un buen porcentaje de reservas) el escenario genera un malestar social que lleva al peligro de que se instale nuevamente una mentalidad de “que se vayan todos”. Eventualmente, el gobierno comienza a “hacer lo que hay que hacer” (su slogan de campaña) pero la cuenta es mucho más costosa de lo que debió haber sido. No es un escenario apocalíptico, pero es mucho más doloroso.

En este momento, ambos escenarios son igual de probables, la lucha en el mismo gobierno es dura entre quienes creen que la gente tiene madurez para escuchar la verdad, y quienes insisten en tratar a la gente como niños. Pero van ganando estos últimos, así que el escenario 2 es más probable.

Y este martes 15 de mayo, si la percepción del mercado es la misma que la mía, vamos a sufrir las consecuencias, cuando los capitales privados den su veredicto final sobre el manejo de crisis que ha hecho el gobierno.

¿Hay una buena noticia? Sí, y es que no se ve en el horizonte una vuelta al populismo que lleve a un tercer escenario que derive en hipercrisis. Hay que resaltar eso siempre, porque es histórico en latinoamérica: En la Argentina de hoy, la demagogia genera sospecha.

¿Qué es necesario hacer ahora? Aprovechar el momento para decirle la verdad a la gente, enfocar las estrategias (y el INMENSO presupuesto de propaganda en redes sociales) en admitir que, con gradualismo o sin gradualismo, no hay manera de que la salida no sea dolorosa, y además predicar con el ejemplo, dejando de una vez por todas de castigar a todo el que está fuera del círculo de intocables, y diciéndole a la tribu, por fin, que ellos también tendrán que sacrificarse.

Ese día, Argentina liderará (como todos esperamos) una latinoamérica libre, en la que sin importar cuántos días llueva, podremos seguir creciendo, para dejar de ser tribus, y comenzar a ser naciones.

 

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